Tras unas semanas en San Cristóbal Verapaz, nos decidimos a escribir y contar nuestra pequeña experiencia transoceánica:
La gente acá parece triste y humilde, se escuchan historias de violencia, y tal vez esa imagen sea por una historia reciente de conflictos armados, pero los guatemaltecos son gente de buen corazón y generosa. Hace unos días caminamos 8 horas para llegar a una escuela rural ,la que solo se podía llegar a pie, y por el camino nos hablaban, saludaban, daban bebidas típicas y nos ofrecían la sombra de sus casas, aunque ni si quiera compartiésemos el mismo idioma (mucha gente sólo habla Poqomchí).
Los niños de la escuela son fiel reflejo de todo esto, son humildes, porque no tienen mucho, respetuosos con el maestro, incluso a veces un poco inocentes. Pero aunque les regañes, mandes muchas tareas, o estén cansados, siempre tienen un beso al despedirse el día o un “adiós seño” que te deja satisfecho del día de colegio.
Para complementar esto, comentaros que hacemos vida con religiosas, comidas, cenas, charlas….y pese a los posibles prejuicios que pudiésemos tener, son una gente encantadora que nos trata de maravilla, y aunque tengamos que lavar nuestra ropa en la pila (como nuestras abuelas), esta experiencia es inolvidable.
Os dejamos una foto de la aldea que comentábamos antes, su nombre es Pitafloja, que es la comunidad más alejada de San Cristobal Verapaz, donde cuando llegas te das cuenta de la diferencia de cultura y de posibilidades que tenemos a un lado y otro del océano.
Jesús y Marina
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